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La saga de los Halsey. Capítulo Segundo: Mi retozatatarabuela Georgina Halsey II.

La saga de los Halsey. Capítulo Segundo: Mi retozatatarabuela Georgina Halsey II. Más fina que las gallinas.
Ninfómana insaciable, hizo grabar en su escudo de armas una mantis religiosa para que sus pretendientes comprendieran el final que les esperaba. Este curioso insecto va devorando poco a poco al macho mientras copula. Comienza por la cabeza, un órgano perfectamente prescindible en el acto sexual, y reserva para el final el pene, que lo toma como postre. Como una mantis más pirata que religiosa, Georgina Halsey, después de zamparse a sus novios, disecaba, en su posición más erecta, los falos que le habían penetrado y con ellos decoraba las paredes de su cubil, para utilizarlos como colgadores.
Dado que no podía vivir sin los hombres, y como su voracidad natural le obligaba a cepillárselos por docenas en cada orgasmo, mi retozatatarabuela no tuvo más remedio que convertirse en traficante de esclavos al por mayor, que con su carne dócil y dispuesta suplían la escasez de valientes capaces de morir por un polvo.
No es de extrañar, que, por no acabar convertidos en cena, a su lado pulularan los eunucos, aunque, eso sí, tampoco lo tenían suave, pues la inagotable Georgina los sometía, mañana, tarde y noche, a furiosas sodomizaciones con la ayuda de los variados artilugios sádicos de su colección privada.
En honor a la verdad, a mi antepasada no le faltaba la coherencia. Cuando vió que se le acercaba la inevitable menopausia, exigió ser penetrada ferozmente por un león hambriento, placer que recibió en toda su plenitud, segundos antes de ser devorada, que era precisamente lo que ella pretendía. Desde entonces, en el escudo de armas de los Halsey se exhibe, con orgullo y en todo su esplendor, un príapo leonino (en campo de gules, of course)

2 comentarios

Anónimo -

Me encanta comprobar que has pasado de moda

Capitán Halsey -

Te adoro. ¿Y si te dijera que soy capitana, y no capitán?