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capitanhalsey

La saga de los Halsey. Capítulo Tercero. Mi prostitatarabuelo Alfred Halsey III, el Incontinente.

La saga de los Halsey. Capítulo Tercero. Mi prostitatarabuelo Alfred Halsey III, el Incontinente. Amigo de lo ajeno hasta decir basta.
Uno de sus placeres consistía en de arrebatar, sin deshacerlo, tres perlas del collar de una duquesa de postín, mientras le daba un beso de tornillo, sin que la susodicha notara nada extraño, fuera de una escabrosa sensación de humedad en sus partes íntimas.
Fue el primero en adiestrar jaurías de perros lobos para su labor de rapiña. Los canes entraban en los palacios por las chimeneas, le abrían las puertas de servicio, y Alfred Halsey, como un señor, después de señalar a sus huestes los objetos a desvalijar, se introducía en las habitaciones donde dormían las mujeres y les hacía una limpieza de bajos, comenzando por las más jóvenes. Al día siguiente, la mansión estaba prácticamente vacía, pero, eso sí, las damas afirmaban al unísono que nunca habían dormido mejor.
Su mayor objetivo fue aprender a difuminarse en la atmósfera, cosa que estuvo a punto de conseguir, cuando se escapó, como un suspiro, del penal de la Isla de los Pantanos, sin que sus carceleros supieran a ciencia cierta cómo pudo cruzar las doscientas millas que le separaban de la tierra habitada. De aquella fuga surgió la leyenda de que mi tatatarabuelo había hecho un pacto con el Diablo Cojuelo, aquel que, según el ecijano Luis Vélez de Guevara, sobrevolaba el mundo haciendo trastadas, sin ser apercibido.
En vista de que era prácticamente imposible agarrarlo mientras se adueñaba de lo ajeno, las fuerzas de orden, desanimadas, bajaron la guardia y le dejaron hacer lo que le viniera en gana. Esta omnímoda impunidad no fue del agrado del bueno de Alfred que agarró una depresión de caballo, y mientras surcaba con su barco el Oceano Índico, exigió ser desembarcado en Sri Lanka, preso de un pasmo místico de incierta solución.
En tan ceilanesco paraiso, Alfred abandonó definitivamente la horda bucanera, y se entregó de lleno a las labores del espíritu, dedicándose fervorosamente al budismo y a la pederastia, donde, gracias a sus acendrados méritos en ambas disciplinas no tardaría en convertirse en miembro de honor de dos acreditadas ONGS del lugar, la BSF (budistas sin fronteras) y la OXFAM (Obsesos Xenófobos Furiosos por Asaltar a Menores)
Su muerte fue coherente con su doctrina. Acabó su vida desangrado, en comisión de servicio, al serle arrancada de cuajo la verga, a causa de los desaforados mordiscos que le propinaron doce novicios celosos, unos auténticos hijos de Buda.

3 comentarios

Capitán Halsey -

Eso intento, compañero. Pero, sinceramente, me immporta poco la opinión de esos imbéciles. Me interesa más la tuya, oh gurú de mi existencia, que me iluminas. EScríbeme a captainhalsey@yahoo.es
Tengo que hablar contigo de un tema familiar en privado.

TU OTRO YO -

No me interrumpas porque estoy ensimismado en mi labor de investigación histórica sobre el árbol familiar y dedícate a zaherir a la plebe de las sentinas que se ha crecido y anda diciendo por ahí que estamos acabados.

Capitán Halsey -

Exijo respuesta, Sabandija!!